El calzado de los hebreos era generalmente sandalias de cuero, que se ataban mediante correas.
Antes de entrar en una sala se quitaban las sandalias, lo mismo que para comer (Lucas 7:38).
En las casas ricas, un esclavo o siervo quitaba el calzado a los invitados (Marcos 1:7).
Las personas debían descalzarse antes de entrar en un lugar santo (Éxodo 3:5)
En los tiempos antiguos de Israel, para demostrar que se había llevado a cabo un rescate o una transacción, uno se quitaba la sandalia, que daba al comprador, lo que simbolizaba la transmisión del derecho de propiedad (Rut 4:7).